03 diciembre 2014

La racha



Las rachas van cediendo, al igual que las bisagras de las puertas con el paso de los años, pero uno se cansa de esperar y acaba por tirar la puerta a patadas. Pero es peor que ocurra como con esos viejos relojes seiko de acero, que nunca pasan de moda y nunca se averían, entonces lo metes en un cajón por aburrimiento y compras otro. Yo llevo el mismo desde hace quince años, me regalaron uno de esos modelos actuales, que son grandísimos, como si estuvieran fabricados  para un puto miope, y lo que hice fue tirar el moderno al cajón.
No se como hace esa gente que se gana la vida jugando al póker, yo solo pierdo, se necesitan imbéciles como yo para que otros vivan de este juego. Soy un perdedor y los perdedores jugamos para no ganar, para pasar el rato, para acompañar el whisky; después en la vida diaria nos va de puta madre, no vaya a ser que cambie la suerte a ganador y después la jodamos arruinándonos o diagnosticándonos un cáncer o cualquier otra común desgracia. Dejemos las cosas como están, hay gente que le da de comer a los patos, a los gatos o a los indigentes, otros (un poco más imbéciles que yo) dejan sus bienes a la iglesia, príncipes y otras sectas: pues yo ayudo a pagar la carrera a chavales con gran coeficiente intelectual que se aburren en clase, a que los ajedrecistas de segunda se lleven un sobresueldo, a que tipos de Sarajevo o Indiana paguen sus hipotecas, sus cervezas o lo que le salga de los cojones.

 

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