Circulaba por la autopista como el que no quiere llegar a
ninguna parte, como al que no esperan en ningún lado. Los coches me adelantaban
como si les jodiera mi parsimonia y como si el límite de velocidad a ciento
veinte fuera un exabrupto infantiloide. Sonaba lo nuevo de Nacho Vegas en radio3 (soberbio y menos atroz), el pitillo me quemó el labio, en el cenicero no
quedaba ni un milímetro de espacio, la colilla voló por la AP-9 , me puse a pensar cual
fue la última vez que lave el viejo volvo y la verdad es que ni puta idea, tiene
tanta mierda que un minino podría sobrevivir un mes lamiendo tapicería y
alfombrillas. La vejiga me pedía un pronto alivio, pararía en un área de
servicio y aprovecharía para vaciar el cenicero, pero no aguantaba con las
ganas, revolvía el culo en el asiento y tenia pinchazos en el escroto, si el
coche fuera automático barajaría la posibilidad de sacar la chorra por la
ventanilla para mear en plan ciclista. Después de un chuletón regado con su
botella de Ribera del Duero y el guisquillo para la digestión, imposible no
hacer parada cada quince minutos.
En estas situaciones mi cerebro cavilaba la
posibilidad de que si tuviera un accidente ahora mismo, además de tenerme que
sacar del amasijo de hierros, me encontrarían meado hasta el pecho. Por fin. área
de descanso a un km, salvado. El área de descanso es ese lugar en el que a
cualquier hora del día abundan vehículos aparcados con los cristales empañados como si fuera un efecto que viniera de serie, incluso creo que hay gente
que se mete en la autopista solamente para visitar esta parcela como si de una
iglesia barroca se tratara. Había seis automóviles dispersados a ambos lados de
la amplia zona verde, me apeé del coche y anduve ligero hasta detrás de un
árbol a escasos metros del aparcamiento, saqué el muñeco y descargue una
cálida, larga y placentera meada. Oí como se abría la puerta de un coche y las
pisadas sobre la hierva de alguien que
se acercaba, mientras la sacudía giré la cabeza, un mozo de unos treinta y muchos me estaba preguntando si intercambiábamos unas mamadas o unas pajas, más o menos de algo así se trataba.
–Lo siento
cachorro, paraba para otro tipo de solivianto, de todas formas agradezco la
generosidad, eres la primera persona que me ofrece algo de sexo en mucho
tiempo.
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¡¡¡¡A que coño esperas!!!!!! ¿Suelta algo...?