Estaba sentada en una de las mesas
del fondo, junto al espejo, hace unos años no la vería con tanta nitidez, el humo del tabaco lo
impediría. No despejaba los ojos de alguna de las revistas que se suelen
comprar en el local, cosmopolitan, quo, fotograma, y suplementos dominicales,
los diarios a estas horas están tan sobados, llenos de manchas y saliva, su lectura supondría un deporte de
riesgo. Con una mano jugaba ha hacerse ricitos en su media melena trigueña, eso
le daba el toque infantil que intuía perdió hace tiempo, con la otra pasaba las
páginas con la parsimonia de quien no tiene nada que hacer. Llevaba puesto un abrigo de espiguilla gris oscuro,
excesivo para la temperatura del local, aunque estábamos en invierno aquí no le
escatimaban a la calefacción, aún así se podía adivinar que debajo de ese
chaquetón habitaba un esplendoroso cuerpo. Y en esas cábalas pululaba, en esas y
en las otras, en las que escrutando la situación durante bastante rato, piensas
en sí sería conveniente acercarse a entablar una conversación, estando cerca la hora de cierre seria oportuno aplicar la estrategia de seducción.
Por fin levantó la cabeza de la revista,
alzó una mano dirigiéndola hacia la
barra, sus labios perfectamente pintados gesticulaban algo, en
estos momentos me viene a la cabeza la canción de Sabina (peor para el sol), y
daría el sueldo del mes por vivir una situación parecida.
- Fermín, espabila hombre, que estas dormido¡¡ no ves que
la señora te esta pidiendo otra copa. Estos chavales…, en que estarán pensando.
- Ahh, perdone, ahora mismito se la sirvo.
muy buenos minicuentos me gustaron mucho
ResponderEliminar